Los posos de café no pueden leerse de cualquier forma. Es necesaria una preparación que muchas veces se convierte en un ritual. De esta forma, tanto quien prepara la cafetera que es quien después interpretará las señales, como la persona que consulta, deben estar concentrados y armonizados en ritual.
Así vemos que muchas veces el café se prepara tras la audición de una serie de melodías que predispongan a la apertura de los sentidos o bien cuando adivino y consultante ya han charlado amistosamente y ambos se conocen.
Por supuesto, tenemos la modalidad de “auto oráculo” que consiste en ser uno mismo quien prepara el café y quien lo lee. Para la práctica de la cafeomancia es necesario el café y nada más, salvo azúcar fino. No servirá pues, el clásico café con leche o un manchado y menos todavía un carajillo. Debe ser café, café y no soluble.
Método de la taza
Es preferible que utilicemos tazas de té chino y de porcelana blanca sin dibujo. Prepararemos un café pensando que tras degustarlo procederemos a efectuar el oráculo. De esta forma, ya lograremos la relajación y concentración necesarias.
Después haremos el café con normalidad, preferentemente en el fuego, evitando las clásicas cafeteras americanas en las que se vierte agua sobre un filtro con café molido y desechando también las cafeteras eléctricas. En definitiva, las mejores son las clásicas cafeteras italianas. Serviremos el café en la taza.
La beberemos tranquilamente (a ser posible bastante azucarada para que se fijen los posos en el fondo), al tiempo que reflexionamos sobre aquello que pretendemos saber. Cuando hayamos terminado de beber, esperaremos un minuto o dos.
Acto seguido formularemos la pregunta en voz alta y voltearemos la taza colocándola boca abajo sobre un plato. Esperaremos unos cinco minutos y después podremos proceder a su lectura.
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